lunes, 21 de diciembre de 2009

Noticias tenísticas...

Una ola de frío nos azota e impide la práctica sensata del tenis. He de recordar que jugamos en horario nocturno, finalizando sobre las 23:30, y al fresco. Parece que remite el temporal y estimo que mañana se podrá reiniciar la actividad.

El viernes estuvimos de cena los muchachos y muchachas del club nocturno (de tenis) y un servidor. Fuimos a un restaurante cuya opción estrella es el 'hasta reventar por 20 oros'. Es decir, comer y beber todo lo que se pueda durante 2 horas por ese precio. El sitio estaba curioso, casi elegante. Fuimos una docena, tomando asiento en unas mesas para unos 5-6. En el centro de la mesa había una especie de fuego que se controla desde un extremo de la mesa y en donde te preparas tus alimentos. Es principalmente un restaurante de carne, ésta llega en platos y al fuego. Esta práctica es divertida, echas la carnes, las remueves, la risa ocasional motivada por alguna llamarada... Pero, creo que el momento estelar de la noche fue cuando un muchacho, alumno mío, de aspecto recio (ex-jugador de rugby) y libre de preocupaciones sobre ropajes y peinados modernos, nos cuenta la siguiente historia (verídica). Resulta que fue al vídeoclub a alquilar su película favorita, a lo que el ayudante de videoclub le recomendó que puesto que era la cuarta vez que la alquilaba, mejor sería que se la comprara. El tema es que la película en cuestión es Titanic. No que yo tenga nada en contra de esta película, ha hecho ricos a unos cuantos y ya con eso merece todo el respeto. La cosa es que como varón, el visionado de estas películas debe mantenerse en secreto e imaginaos el sofocón que puede dar cuando el ayudante de videoclub remarca las veces que la has alquilado... En fin, continuó la conversación con una defensa apasionada de la película, reflejo del espíritu humano. Serían las cervezas o los high-balls, pero yo no podía parar de reírme, y no era el único. Y siguiendo con las confesiones, yo la he visto, pero no en mi sano juicio y durante un trayecto balcánico en autobús, a todo volumen y sin otra opción.

Y ya por último. El otro día nos dedicamos a grabarnos el saque y aquí estoy yo, animado por Miki, o Mikey, o My Key. En fin, para reírse un rato.

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