Poco a poco voy depurando todas las fotos que me traje de Corea. Empiezo con algunas del barco-ferry, ruta Osaka-Pusán-Osaka. 16 horas. El barco es prácticamente para dormir y casi no tiene instalaciones para lo que no sea comer, dormir o cagar. La cubierta es pobre, sin asientos y amenizada con los humos de las grandes chimeneas de los motores (con alguna brasilla caliente, que yo las veía por la noche). La noche de ida, en camarote compartido con 2 sujetos, en el suelo. Mal fue la cosa porque había fumeque en el cuarto por lo que no volví a entrar hasta las 0200, ya durmiendo los marranos. Sabía yo que no dormiría, confirmado cuando a las 0530 ponen la televisión a todo volumen. Di 4 gritos en un idioma del todo incomprensible para ellos cagándome en todo lo que podía, cogí la mochila y me salí del camarote. La noche de vuelta tenía camarote con 2 literas y por compañero a un japonés callado. Algo pude dormir, con estrecheces. El asunto es que el barco suele estar abarrotado de zagales coreanos que van a Japón de viaje. Muchachada de secundaria desbocada. La ida fue interesante, eran chicos y chicas de un instituto de Bellas Artes de Seúl, había escultores, pintores, fotógrafos... Hicimos amistad, nos enseñamos los relojes, cámaras, nos hicimos fotos, hablamos, nos saludábamos por el barco... Buen ambiente. A la vuelta, el cargo era un instituto sólo de chicos, totalmente asilvestrados. No fue agradable: gritos, manguzás, carreras... Toda una demostración de que el sistema educativo debe ser mixto. Yo lo que vi fue muy preocupante, además del asilvestramiento, las manitas, roces... comportamientos que en otro hubieran provocado un arqueado de cejas.
Interesante colofón final porque ya en aguas japonesas, un señor tiró basura por la cubierta y a la llegada a Osaka nos abordó la Guardia Costera diciendo que no se bajaba nadie hasta que saliera el culpable (mira tú que ojo como lo habían pillado tirando basura en alta-mar). Una horica estuvimos hasta que salió el sujeto. Intenté montar un pequeño escándalo, pasaporte en mano, diciéndole a las autoridades japonesas que yo no tenía nada que ver con todo esto y que quería bajarme. Sólo conseguí una sentida disculpa al abandonar el navío. Pero, durante todo el rato, lo que yo estaba pensando es si también sería actividad delictiva el mear por la borda...



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