jueves, 9 de abril de 2009

1os apuntes.

Siento que este blog no va a tener la magnitud y calado de su homólogo jordano… Vislumbro muchas cosas que me van a mantener atareado.

Estamos en Japón y yo no tengo internet en mi casa, como sufro. Estamos en trámites, que no hago yo porque nadie habla inglés. Por lo visto hasta ahora, cada vez que hay que hacer algo, se escenifica una pequeña tragicomedia, caras de circunstancias, gestos compungidos, silencios, miradas al infinito, pero al final parece que todo se arregla. Ayer estuve en una megatienda de electrónica y he adquirido un utensilio y he convertido mi portátil en una megaestación inalámbrica. No daré más datos, simplemente decir que a mi nueva conexión la he renombrado ‘ROBO’. Lo que dure es una incógnita. Y bien pensado, creo que no me voy a dar de alta, con el ordenador en el despacho me basta, y una dependencia menos.

Durante la compra de hoy, he tenido sesión de máquinas, como espectador claro, en la que los jóvenes golpeaban cosas como si fueran tambores, lo que provocaba un gran ruido y despliegue de colores. Los menos activos echaban unas moneditas a una especie de máquina que me huele a mí que es vicioso-timadora. Ha sido dura la compra porque todo está en japonés, te esfuerzas en leer a ver si sale algo en inglés, pero todo es igual, de colores llamativos. Sólo puedo distinguir sin dificultad las compresas. Me he comprado unos bollos (excelentes) y me he sentado a comérmelos como si esperara el autobús, ha llegado y yo me he ido. Como a todas horas, bollos (soy aficionado a la bollería de calidad), fideos, piña, melón, crepes, tofu… Por el momento, encuentro magníficos los bollos y los fideos (bueno, la verdad es que todo), disfruto acercándome el bol a la boca y con los palillos acercarme los fideos sorbiendo líquido y sólido. Al principio se me ahumaban las gafas y se quedaban guarrísimas, ahora he mejorado (bien es verdad que si está muy caliente me las quito). Y en mi casa sigo comiendo, todavía no he cocinado ni lavado. Tengo pensado ahorrar en agua y detergente. Lo compro todo finamente empaquetado, platos de cartón, palillos de usar y tirar y a la basura todo. Fantástico.

Lo único que no me agrada es el tema de las basuras. No puedes tirarlas cuando tú quieres. Hay que separarlas para el reciclado y cada tipo de basura tiene un día. Lo paso mal puesto que yo soy de tirar basura con bastante frecuencia, un par de veces al día. El tema del reciclado del papel es complicado, hay que ponerlo en montoncitos, atarlo… Me llenan todos los días el buzón de publicidad, así que lo que hago es de camino al trabajo se los dejo en la basura de la tienda y que ellos se apañen porque yo no entiendo el sistema.

Cuatro cosas sobre los japoneses:

  1. Se llevan las máscaras protectoras del canal respiratorio. Cientos de variedades en el supermercado y bastante gente las lleva por la calle, jóvenes y mayores. A mí me gusta la idea. No sabes si es que tiene alergias, si es para evitar el humo, viruses, que está en estado contagioso, que viene del quirófano. Insisto, me gusta, les da un aire misterioso.
  2. No usan Parodontax, no hay. Pero si hay champú extra-mild de Sebamed.
  3. Le tienen pavor a las palomas. En España los niños las llaman y los ancianos les dan de comer. Aquí, medio gritan y suben las piernas con cara consternada. No sin duda, son las ratas del aire. Creo que esto puede empalmar con el primer comentario.
  4. Son extremadamente serviciales, pero en japonés. Se desviven en todo el proceso mercantil. Llegan incluso a trotar para atenderte. Los reponedores en los comercios vuelan, igual que los que yo me sé de la Plaza Madrid.
  5. Se lleva mucho la reverencia, constante, sea quien sea. Y claro, a las dos horas ya estaba yo también haciendo el ganso. Que tengo buena práctica en mi casa porque los techos son bajitos y el marco (llamado dintel) no está a la altura. Existe zona conflictiva en el pasillo, entrada a la cocina, entrada a las habitaciones, entrada al salón y al baño. Vamos, en toda la casa. Ya me dado un par de restregones. Algo tengo que hacer/poner. Pero de mi casa, hablaré otro día.
  6. Les violenta hasta límites insospechados el decir que no tienen lo que quieres o que no se puede hacer.
  7. En el metro hay vagones para mujeres sólo. Ayer me subí en uno. Como voy siempre mirando hacia arriba, no me percaté de la señal que está en el suelo. Me di cuenta al salir. Algo raro notaba.
  8. Me ha hecho ilusión comprar el incienso que compraba en España. Es japonés, claro, por el mismo precio, he España te dan 20 barritas y aquí lo menos 200.

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