Leo en un rotativo nacional que finalmente se ha aprobado en Cataluña una ley (o lo que sea) que hará que el catalán sea la única lengua de instrucción a nivel educativo. Además, parece que quita también horas al español y lo deja al mismo nivel que el resto de lenguas extranjeras. Declaraciones variadas, y necedades del tipo 'es una ley de país'. A la mayoría de españoles esto ni les va ni les viene, pero a los que hemos tenido la desgracia de vivir en una de estas zonas y comprobar de que va el percal, creo que nos invade un sentimiento de asquete y repugnancia. Pero, hay que matizar. Los unos siguen y persiguen sus objetivos, que nos parecerán bien o mal, pero su actitud no debería ser despreciable: luchan por lo que quieren. Luego están los otros, que no tienen ningún objetivo y cuya actitud sí es despreciable. Lo crítico del panorama no es lo que unos hacen, sino lo que los otros dejan hacer. Y dicho esto, cuán alegre estoy de que mi sabiduría y talento sirva para educar y divertir a la muchachada de más allá de nuestras fronteras. Qué alboroto recorre mi cuerpo al pensar que no pago ni un duro de impuestos y que vaya usted a saber a dónde van mis papeletas electorales. Por esto y mucho más, he preparado una cena para unos y otros, de plato único y con vino incluido. Qué aproveche, paisanos...
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