Puede que sea este el único país en el que no me molesta perder el metro o autobús. Es más, casi que me alegro. Puedo leer, escuchar música, mirar al infinito... Todo esto sin estar agitado por los pies negros deambulantes, maleantes, gentuza, los que piden dinero, los que te quieren vender o quitar algo, la muchachada desfogada, el pelmazo de los ritmos sabrosones por el altavoz del móvil... En Japón simplemente esperas, que no es nada malo.
Me viene a la mente la estación de autobuses de Alicante, que de verdad que es de lo más asqueroso que he visto. Yo creo que las Fuerzas Armadas deberían realizar una operación conjunta tierra-aire y, lanzallamas en mano, arrasar tan infame lugar.
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