sábado, 17 de abril de 2010

Esta noche tuve fiesta-cena con la muchachada del club de tenis vespertino. Era una fiesta de bienvenida para los de primero. En un edificio reservado para los diferentes clubs, con habitaciones, salas... Comenzó sobre las 21h. No está permitido el consumo de alcohol en el interior, pero algunos cócteles se colaron de estraperlo (nótese que la edad para beber en Japón es 21; yo la aumentaría a 41). Bandejas de sushi, cacahuetes variados, se cocinaron unos fideos, unos helados para terminar... Hubo sus risas, caras rojas, resbalones con caídas, reverencias, algún intento de reflexión filosófica... Y a medianoche, a recoger la basura, limpiar las mesas, el suelo, platos y demás. Algunos se aventuraron con un karaoke, otros se fueron a su casa (yo estoy en el segundo grupo).

Me lo pasé bien. La verdad es que son grandes zagales, sanos, con buen corazón. Desde el primer día me han tratado como uno más y me siento parte del grupo. De camino a mi casa, sobre las 0020, me he dado cuenta de que lo más peligroso del barrio soy yo.

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