No sé exactamente los privilegios que otorga el ser sensei (en japonés 先生 o en hiragana せんせい, vamos que el japonés no tiene secretos para mí), pero yo lo soy.
Sucedió esta tarde. Cuando tengo clase, voy más arreglado, y los días que no, voy algo más juvenil y desaliñado (sin llegar al extremo bohemio). Quizá sea este el motivo por el que no me trataron como a un sensei. Lo dicho, decidí darme una vuelta por la biblioteca y buscar algunos libricos para ver si leo algo. Haciendo la búsqueda por el catálogo se me acercó una bibliotecaria y de manera algo abrupta me dice que no puedo entrar con la botella (llevaba una botella de 0.5 l. con té verde que me costó unos EUR 0.80). Le digo de buenas maneras que ya lo sé para la próxima vez y que como todo está en japonés que ni me molestó en mirar. Supongo que sería el inglés o que es algo muy grave lo de pasar bebidas pero, insisto, no me hizo mucha gracia la manera es que se dirigió a mí. Empiezo a buscar los libros y, ¡oh maldición!, no encuentro ni uno. Me dirijo a la bibliotecaria a explicarle que no encuentro nada. Sigue un poco brava y me dice que si sé leer japonés a lo que le digo que nada de nada. Cortés pero seca, dice que algunos libros no están en la sala sino en una especie de depósito (claro, yo tengo que saber que en japonés 'shuko' o algo así quiere decir eso, que me tengo que ir al sótano). Al ser una buena pila de libros lo que busco y como resulta que tiene que ir a buscarlos, la veo reticente y es entonces cuando en un lance de la conversación le digo que soy profesor... La cara se le cambia, me hace reverencia y me dice que al sótano pueden pasar los profesores. Ya en el sótano, al rato de estar por ahí (vacío y sombrío que estaba el tema) otra empleada me sale al paso algo sorprendida y sin conocer mi condición de sensei, lo que motiva que no me trate como tal. Me pregunta que si estoy encontrando lo que busco (que yo noté que más que ayuda era un preámbulo para pedirme explicaciones) y no fue hasta que mencioné que era profesor que la reverencia alcanzó casi el ángulo recto. Y salimos amigos, con algunas risas cuando le dije que no me gustaría quedarme encerrado allí abajo... Me dijo que a ella tampoco le gustaría.
Y hoy también, me he dado cuenta de un gran error que cometía con los fideos. Pues resulta que mientras los sorbía, cuando ya tenía unos cuantos en la boca, los cortaba con los dientes (paletas). El resultado, es un amasijo de fideos recortados en el fondo que ni se pueden sorbesr ni coger con los palillos. Todo fideo tiene su fin, y hay que sorberlo hasta el final, de esta manera, no se quedan trocillos por el fondo.
Ahora me voy a leer un rato, que he sacado unos libros majicos...
Sucedió esta tarde. Cuando tengo clase, voy más arreglado, y los días que no, voy algo más juvenil y desaliñado (sin llegar al extremo bohemio). Quizá sea este el motivo por el que no me trataron como a un sensei. Lo dicho, decidí darme una vuelta por la biblioteca y buscar algunos libricos para ver si leo algo. Haciendo la búsqueda por el catálogo se me acercó una bibliotecaria y de manera algo abrupta me dice que no puedo entrar con la botella (llevaba una botella de 0.5 l. con té verde que me costó unos EUR 0.80). Le digo de buenas maneras que ya lo sé para la próxima vez y que como todo está en japonés que ni me molestó en mirar. Supongo que sería el inglés o que es algo muy grave lo de pasar bebidas pero, insisto, no me hizo mucha gracia la manera es que se dirigió a mí. Empiezo a buscar los libros y, ¡oh maldición!, no encuentro ni uno. Me dirijo a la bibliotecaria a explicarle que no encuentro nada. Sigue un poco brava y me dice que si sé leer japonés a lo que le digo que nada de nada. Cortés pero seca, dice que algunos libros no están en la sala sino en una especie de depósito (claro, yo tengo que saber que en japonés 'shuko' o algo así quiere decir eso, que me tengo que ir al sótano). Al ser una buena pila de libros lo que busco y como resulta que tiene que ir a buscarlos, la veo reticente y es entonces cuando en un lance de la conversación le digo que soy profesor... La cara se le cambia, me hace reverencia y me dice que al sótano pueden pasar los profesores. Ya en el sótano, al rato de estar por ahí (vacío y sombrío que estaba el tema) otra empleada me sale al paso algo sorprendida y sin conocer mi condición de sensei, lo que motiva que no me trate como tal. Me pregunta que si estoy encontrando lo que busco (que yo noté que más que ayuda era un preámbulo para pedirme explicaciones) y no fue hasta que mencioné que era profesor que la reverencia alcanzó casi el ángulo recto. Y salimos amigos, con algunas risas cuando le dije que no me gustaría quedarme encerrado allí abajo... Me dijo que a ella tampoco le gustaría.
Y hoy también, me he dado cuenta de un gran error que cometía con los fideos. Pues resulta que mientras los sorbía, cuando ya tenía unos cuantos en la boca, los cortaba con los dientes (paletas). El resultado, es un amasijo de fideos recortados en el fondo que ni se pueden sorbesr ni coger con los palillos. Todo fideo tiene su fin, y hay que sorberlo hasta el final, de esta manera, no se quedan trocillos por el fondo.
Ahora me voy a leer un rato, que he sacado unos libros majicos...
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