Confesiones... Confieso que anoche me levanté a las 0345 para ver el fútbol, más que nada porque prometía drama, con aquel llamando psicólogo de pacotilla al otro. Yo creo que estaban todavía cansados del inhumano viaje en autobús de la semana anterior. Sí, fue dramático, y dice la prensa especializada que tuvieron mal perder. Vaya. (Digamos que hoy no trabajaba, que es festivo, por eso hice la locura).

Confieso que he tenido que comerme mis palabras y soy usuario de productos que antes desdeñaba. Todos tenemos esas manías, esos productos a los que decimos "ni harto vino". Entre los míos se encontraban un conocido fabricante estadounidense de ordenadores y reproductores digitales multimierda, una conocidísima entidad bancaria española, y marcas de ropa deportiva italiana. Durante esta pasada Navidad comenzaron estos extraños sucesos, que culminaron ayer con la compra de unos pantalones cortos de una conocida marca italiana (he de decir en mi defensa que son de tenis).

A la vista de todo esto, sólo cabe decir lo de "nunca digas de este agua no beberé ni este cura no es mi padre".