sábado, 28 de agosto de 2010

Sobre mi último viaje por la provincia de Fukui... Pasé muchísimo calor, con un sol inmenso y gran humedad. Empiezo con la ciudad de Fukui, la capital de la provincia. Me pareció un poco triste, que es lo que tienen las ciudades en Japón de menos de 1 millón de habitantes. Esta tiene unos 300 mil, pero el ambiente es algo, digamos, triste. Me gusta la primera foto. Son dos unidas, con otros apaños y alteración de colores. Era una zona en la que había una especie de fábrica y algunos edificios siniestros. No había un alma pero sí un cartel de 'no entrar'.





El objetivo principal del viaje era visitar el monasterio de Eihei-ji. Uno de los dos templos principales de la escuela Soto (el otro está en Yokohama). Se dice que es uno de los monasterios zen-budistas más influyentes, y lo interesante es que dentro viven monjes y aspirantes. Hay como mucha gente así que la atmósfera tampoco es de mucha devoción. El tema de la religión parece que se ha convertido en una farándula. No obstante, había algunos sitios más desolados. Aprendí varias cosas... Una es que los monjes, y aspirantes, se lavan y se afeitan la cabeza cada día del mes que contiene un 4 o un 9 (y un pequeño acertijo, ¿cada cuántos días se lavan los monjes y aspirantes?).

En una sala, vi a unos muchachos practicando un ritual que no terminé de entender, repetición de una serie de movimientos con una especie de libro y recitando algo. Me di cuenta de que había uno que parecía algo torpe y no habría la boca. Cuando terminaron, se le acercaron un par y le dijeron como tenía que hacer unas cosas y corrigieron unos movimientos que parece no hacía de manera correcta. Eran muchachada, difícil de calcular la edad, pero creo que de no más de 25.

La foto en blanco y negro, con los monjes y aspirantes meditando no es mía, es del templo. Los monjes están sobre 1 tatami (que es la unidad en la que se miden las casas aquí). Sobre ese tatami comen, meditan y duermen. El que se pasea con la vara, la utiliza, con mucha compasión, sobre el hombro de los que pierden la concentración (también es un ritual y tiene una especie de aviso, no es que le apalee así por las buenas). Esa sala la vi, lógicamente sin los monjes y aprendices, que meditan, creo, como a las 4 de la mañana y luego sobre las 8 de la tarde.




Y el segundo objetivo del viaje eran los acantilados de Tojinbo. Ese lugar, y que luego me dijeron, al que nadie va solo. Muy bonito, lástima el calorazo que hacía. Me gustaría volver en invierno, acompañado.




Y ahí quedó otro viaje, bien aprovechado. Lo pasé bien e hice tres amigos, normales, no del tipo siniestro que se me suelen acercar. El resto de las numerosas fotos que hice están en la otra página para el que tenga interés.

1 Comentarios.:

Anónimo dijo...

Esto está parao. Se ha metido Vd- a montjo?

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